Notas de México Notas al programa

Programa:

Silvestre Revueltas: Sensemayá

Carlos Chávez: Concierto para piano

Llewellyn Sanchez-Werner, piano
(La actuación de Llewellyn Sánchez-Werner se presenta por medio de la Ross McKee Foundation)

Rubén Fuentes: Hay unos ojos
Diana Gameros, guitarra y cante

Potpourrí de canciones tradicionales mexicanas:

Felipe Valdéz Leal: Mi ranchito
José López Alvarez: Canción mixteca
Agustín Lara: Farolito

Diana Gameros, guitarra y cante 

Diana Gameros: En Juárez

Diana Gameros, guitarra y cante
Ballet Folklórico Mexicano de Carlos Moreno 

José Pablo Moncayo: Huapango

Ballet Folklórico Mexicano de Carlos Moreno

Notas al programa

Silvestre Revueltas (1899-1940): Sensemayá

Nacido la Nochevieja de 1899 en Santiago Papasquiaro, en el estado norteño de Durango, el joven Revueltas emprendió el estudio del violín. Estuvo en tres ocasiones en los Estados Unidos, para estudiar en Chicago y en Austin, Texas y para trabajar como músico en los teatros de Texas y Alabama. Regresó al DF en 1929 para asumir el cargo de director asistente de Carlos Chávez con la nueva Orquesta Sinfónica de México. Tras siete años en este puesto y tras algunas diferencias con Chávez, Revueltas pasó a fundar su propia agrupación, la Orquesta Sinfónica Nacional.

El Revueltas compositor se empapó en las tradiciones de su país, sin recurrir a citas directas de canciones folclóricas. “¿Para qué he de calzar botas y escalar montañas en busca del folclor si llevo el espíritu de México dentro de mí?” preguntaba. Revueltas murió de neumonía en 1940. El Biographical Dictionary of Musicians de Baker achaca su muerte temprana al “trabajo excesivo y la vida bohemia.”

Su última obra para orquesta fue Sensemayá, una ampliación hecha en 1938 de una canción para voz y orquesta pequeña que él había compuesto el año anterior. Se estrenó con la Orquesta Sinfónica de México el 18 de diciembre de 1938. El poema sinfónico se inspira en un poema homónimo del poeta afrocubano, Nicolás Guillén, subtitulado “Canto para matar una culebra.” Empieza el poema:

¡Mayombe–bombe–mayombé!
¡Mayombe–bombe – mayombé!
La culebra tiene los ojos de vidrio
La culebra viene y se enreda en un palo
Con sus ojos de vidrio.

Sensemayá consta de tres partes cuyos temas principales van enmarcados por enormes clímax. La considerable sección de percusión incluye timbales, piano, xilófono, claves, maracas, raspador, calabaza, tamborcito indio, bombo, tam-tam, platillos, gongos, glóckenspiel y celesta.

Carlos Chávez (1899-1978): Concierto para piano

Nacido cerca del DF el 13 de junio de 1899, a los nueve años Chávez ya componía música y estrenó su primera sinfonía a los veinte. Aunque estudió armonía más tarde con Manuel Ponce, como compositor era completamente autodidacta. Tras varios giros por los Estados Unidos, volvió a México en 1928 para fundar la Orquesta Sinfónica de México, la cual dirigió durante veinte años.

El Concierto para piano fue encargado por la Fundación Guggenheim en 1938. Se estrenó el 4 de enero de 1942 en Carnegie Hall, con Eugene List al piano, y la Orquesta Filarmónica de Nueva York bajo la batuta de Dimitri Mitropoulos.

En sus notas a la cubierta de la grabación realizada por Jorge Federico Osorio, Elbio Barilari escribe lo siguiente: “El monumental primer movimiento del concierto presenta una muestra extensa del lenguaje musical maduro de Chávez: ángulos agudos; ritmos fuertes; cambios abruptos de sonido de un bloque a otro, muchas veces sin transición ni preparación; y el empleo de escalas, motivos y calidades tonales indígenas – especialmente el empleo intensivo de percusión y flautas con énfasis en los sonidos agudos del clarinete en Mi bemol y del píccolo.”

En el segundo movimiento (sigue): “Chávez…ofrece un sonido tipo música de cámara con acordes fuertes del registro bajo del piano, contestados en eco por el arpa. Los instrumentos de doble lengüeta introducen un breve tema asociado con sonidos indígenas. Lo que sigue es bastante minimalista: un hábil juego entre estos pocos elementos y un crescendo progresivo que se desmorona hacia la nada, sin recurrir al fácil alivio de una resolución.”

“A pesar de su título, que promete tranquilidad, el último movimiento…vacila entre nervioso y frenético. No exige tanto de las proporciones ni de la química instrumental como el movimiento primero. Así y todo, su estilo caprichoso, con pasajes que se desarrollan a una velocidad de vértigo, exige una demostración de virtuosismo poco común que, si se lograse, inspiraría al público a una ovación que haría temblar los muros de la sala de conciertos más maciza.”

José Pablo Moncayo (1912-1958): Huapango

Nacido en Guadalajara, Moncayo estudió composición con Carlos Chávez, tocó jazz piano en cabarés locales y llegó a asumir el cargo de director de la Orquesta Sinfónica de México. Formó parte del “Grupo de los cuatro,” compositores mexicanos dedicados a promover una música nacionalista. Junto con Blas Galindo, visitó el pueblo de Alvarado en el estado de Veracruz para recoger música folclórica. Fue allí donde presenciaron una danza llamada “huapango.” Atribuido el título por algunos a una corrupción del español “fandango,” más bien proviene del náhuatl “cuahitlipanco” o sea baile que se ejecuta sobre una tarima o plataforma de madera.

Moncayo utilizó tres huapangos en una obra orquestal estrenada el 15 de agosto de 1941 por la Orquesta Sinfónica Nacional de México, dirigida por Carlos Chávez. Desde entonces ha llegado a ser como un segundo himno nacional mexicano. Los pasajes rítmicos flanquean una sección lírica, con solos para arpa e instrumentos de viento. La última sección viene a ser como un duelo musical entre la trompeta y el trombón.

Program Notes by Charley Samson, copyright 2015

Traducción: Judith Berlowitz, © 2015